lunes, 3 de noviembre de 2014

Seamos ese nada, que dura para siempre.



Vienes y conviertes el día gris en el día con una cantidad de matices grises que ni llegaba imaginar. Sonrisas y carcajadas de lo lindo. No puedo creer que hayas llegado en el mejor momento. Lo llamamos amistad pero tengo claro que los amigos no se besan, ni duermen abrazados, ni demás. Es una forma de mantener nuestra libertad, pero a mi ya no me hacen falta las alas. Esperaré por ti, porque no hay nada mejor que reírnos sin descanso por cualquier estupidez que se nos ocurra, que me abraces por detrás sin que lo espere o esos estúpidos apodos que me pones para llamarme bajita. Sabes que yo no tengo la culpa de que seas tan alto que no te llegue ni con los tacones más altos del mundo. Ya sabes... ¡puñetera genética que te hizo tan alto! Lo único que te pido es que no tardes, porque quiero verte día a día, que dejemos esta política de no-amigos y decidamos ser ese nada, que dura para siempre.

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